Después de una larga búsqueda nuestros clientes encontraron esta penthouse, en un edificio de los nobles años ’30, celosamente bien mantenido, en la ubicación más perfecta de Recoleta, y las vistas más bellas de la ciudad. El espacio estaba configurado como en dúplex: una mitad arriba, la otra abajo, lo que impuso un desafío a la hora de integrar espacios e intervenir arquitectónicamente.
Para ello, se enfatizó la unión visual de los dos niveles, a través de la escalera que los comunica, con un revestimiento de paneles de madera laqueada, ocupando toda la altura de la pared donde recuesta la misma, cuyos peldaños, así como los pisos de todas las áreas de recepción en ambos niveles, son de mármol perlino bianco. Y la paleta cromática de la casa se ajusta a la tonalidad de los pisos, entonándose con variaciones de off-white, matizada por toques de maderas claras, en general roble americano y europeo. Sólo en el Bar aparecen maderas oscuras, usadas para enmarcar el fondo con hoja de oro bruñido de las estanterías de cristal. Y en la sala de cine las paredes se pintan de marrón chocolate para evitar brillos molestos.
La iluminación fue un ítem de gran importancia, pues se favoreció la luz difusa, a través de gargantas perimetrales y centrales, pero siempre realzando y complementando los artefactos de iluminación decorativa, todos de proveedores reconocidos y alta calidad de diseño. El control de niveles de iluminación se coordinó con el de oscurecimiento de ventanas, mediante sistema centralizado Lutron, que controla asimismo difusión y volumen de música en toda la casa, baños y cocina incluidos, todo fácilmente manejable desde una app instalada en los iPhone de los dueños de casa.